II.Tlaxiaco y la Conquista

“ Cuando los españoles llegaron las mixtecas
COIXTLAHUACA y TLAXIACO estaban reveladas,
pero sedieron luego a la paz al ser requeridos
por los españoles.”

IXTLIXOCHITL

Las ciudades mixtecas más importantes a la llegada de los españoles eran: ACHIUTLA, COIXTLAHUACA, TILANTONGO, TLAXIACO y TUTUTEPEC cada una era un centro de poder y encabezaba un señorío. Tenían una gran extensión territorial y muchos habitantes. En sus crónicas los españoles les llamaron reinos, sobre estos pueblos establecieron los ibéricos su dominación y se vieron sujetos al contacto de un pueblo y a una cultura diferente. Los sacerdotes, los soldados y los comerciantes constituyeron el medio principal para la introducción de nuevas ideas, formas sociales y de diferentes productos. ( 12 )



La conquista española se inicia en Tlaxiaco entre 1520-1522, y se llevó fácilmente, en ese tiempo la ciudad estaba bajo el yugo azteca y ya se encontraba revelada. Pero se dieron luego a la paz al ser requerida por los españoles.

Estos establecieron un régimen de encomienda que consistía en lograr un propósito triple: cristianizar al indio, sujetarlo a la corona y recompensar a los conquistadores por sus hazañas. También era una entrega, en forma de fideicomiso de uno o más pueblos a determinada persona e incluía el derecho de cobrar tributos a los habitantes y de exigirles ciertos servicios personales, como el trabajo en los campos y en la casa.

En las RAZAS INDÍGENAS DE OAXACA de MARTÍNEZ GRACIDA señala al respecto: “ El encomendero español y conquistador tenía a su cargo varios pueblos que formaban su encomienda, y en la que ejercía su autoridad con despotismo y procurando sacar de ella cuanto provecho estuviera a su alcance para enriquecerse.”

Los indios les pagaban tributo y tenían la obligación de darles tequio, además de sembrarles la tierra y de trasladar la cosecha a sus graneros.

Para 1522 TEPOSCOLULA es elevada a rango de alcaldía en las que se incluía a las siguientes encomiendas: AMOLTEPEC, ATOYAQUILLO, CENZONTEPEC, MALINALTEPEC, MITLATONGO, MIXTEPEC, TAMAZOLA, TAMAZULAPAN, TEPOSCOLULA, TEXUPAN, TEZUATLAN, TILANTONGO, TLAXIACO, TUCLA, YOLOTEPEC y ACHUITLA correspondientes a la encomienda de TRISTIAN DE LUNA Y ARELLANO. En este mismo año TLAXIACO y sus dependencias fueron asignadas por CORTES al encomendero JUAN NÚÑEZ SEDEÑO. En este mismo año MARTÍN VAZQUEZ recibe la encomienda de indios de los pueblos de: TLAXIACO, ACHIUTLA, MIXTEPEC, CHICAHUAXTLA, OCOTEPEC, CHALCATONGO, MIXTEQUITLA y ATOYAQUILLO, para 1667 pertenecía a DON ANTONIO DE ANDRADE Y MOCTEZUMA. (13 )

Finalmente la encomienda fue abolida oficialmente en 1720; para ese entonces, los indígenas tlaxiaqueños gozaban de abundantes tierras fértiles que llegaban hasta tierra caliente y se arrendaban en grandes porciones a españoles y mestizos que residían en la ciudad. Este fue el motivo para establecer en ellas los trapiches de LA CONCEPCION, YOSOTICHE y el de SAN VICENTE. Mas después los hermanos ESPERON las fusionaron y formaron la grande y poderosa HACIENDA DE LA CONCEPCION.

La hacienda fue una forma de propiedad de la tierra, tuvo gran importancia y características especiales , según WILLIAN TAYLOR había haciendas de varios tamaños. Para 1643 se encontraban registradas en Oaxaca 41 haciendas.

Al respecto comenta MARTÍNEZ GRACIDA en sus “Cuadros Sinópticos” “Y así, el panorama que presenta Tlaxiaco a fines de la colonia era: cinco o seis grandes haciendas, que se extendían hacia el suroestre, mas allá de los límites del distrito, cuyos dueños con sus familias residían en la ciudad, haciendo que la población se convirtiera en la base económica de la haciendas y que volcasen en ella su producción.”

Una hacienda por general contaba con ranchos, estancias, algunos labores de tres o cuatro caballerías. Los principales productos que se sembraban y cosechaban era el maíz y el trigo. El frijol y la calabaza se daban también como complemento. En casi todas las haciendas se intentó cultivar la caña de azúcar y tuvieron sus propios trapiches.

La población de aquella época estaba constituida en su mayoría por indígenas. Seguían los españoles que se dedicaban a la cría de ganado menor o eran rancheros en tierras alquiladas a las comunidades o a los caciques indígenas. En el extremo opuesto unas cuantas familias habían concentrado en sus manos, poder, prestigio y riqueza. Entre sus miembros se encontraban los importantes mercaderes regionales, los principales criaderos de ganado y los dueños de los trapiches. También en sus filas se contaba al cura, los escribanos reales y los tenientes de los alcaldes mayores. De todas estas actividades el comercio había sido aunque la mas riesgosa, la mas importante.

Es importante señalar que no solamente recibieron los indígenas el mal trato de los españoles sino también les enseñaron nuevos productos y técnicas para producirlos como por ejemplo aquí en Tlaxiaco introdujeron: granos, frutas, aceites comestibles, semillas y también animales domésticos; los enseñaron a cultivar el trigo, la cebada y haba etc., trajeron del Caribe limón, naranja y breva (higo). Entre los animales se encuentran: el asno, el caballo y la mula. Pero lo mas importante, fue la utilización de nuevos instrumentos de labranza, como el arado, jalado por dos bueyes. En comparación con la Coa que utilizaban los indios, antes de su llegada , el arado significaba un avance técnico para la agricultura. Además introdujeron ganado vacuno, lanar y porcino, así como gallinas.

Para los españoles el trigo era uno de los alimentos importantes, tanto como para los indígenas era el maíz. Puede ser que algunos españoles gustaran de las tortillas, pero la mayoría acostumbraba el pan de trigo. Por esa razón, una vez ya establecidos, empezaron a plantar el trigo y se instalaron molinos movidos por agua en el BARRIO DE SAN PEDRO, exactamente en el OJO DE AGUA y con la harina que de ellos se obtenía, se empezó la elaboración del pan español en Tlaxiaco. Por cierto el primer panadero que hubo en Tlaxiaco se llamó PEDRO LUIS LUCERO

Al principio, españoles e indios mantuvieron sus hábitos de vestido, pero poco a poco fueron cambiando sus costumbres. Los indígenas, sobre todos los nobles y señores, muy pronto empezaron a vestirse como los españoles, por cuestiones de prestigio y de rango social. Debido a que la ropa indígena era mejor adecuada al clima, los españoles empezaron utilizar las telas y mantas de algodón.

Los primeros en aprender el idioma español fueron los hijos de los nobles y antiguos señores indígenas; cuando llegaron los frailes, se dedicaron a castellanizar a un gran número de indios para poder enseñarles la religión católica.

También, con los conquistadores llegaron las enfermedades, que se llamaron pestes o epidemias. Mucha gente se enfermaba a la vez y no había remedio para curarse. Nadie conocía la causa y a veces la peste duraba hasta dos años. Se padeció la viruela, el sarampión, el tifo, las paperas y otras enfermedades, por lo que puedo decirse que la época colonial estuvo llena de pestes.

Había oficios de prestigio como la carpintería, panadería, la herrería, entre otros, eran ocupados por los mestizos, al igual que los criollos. De esta manera, muchas veces estos señores mestizos tenían buena posición económica-social y llegaban a casarse con criollas, mujeres blancas, hijas de españoles o de criollos, lo cual mejoraba la posición que sus hijos podían tener en la sociedad.

Entre mis documentos encontré esta pequeña descripción de Tlaxiaco, con datos que pertenecen a esta época:

“ Capital del cantón del mismo nombre, cede de un juez distrital. Situado en la sierra, siete leguas del suroeste de Teposcolula. Antes de la conquista Tlaxiaco fue la capital de los mistecos. Todavía en 1548 la población alcanzaba un total de 4000 familias, pero en 1660 esta cifra se había reducido ya a apenas 150., de modo que en aquel entonces al igual que ahora, las casas del pueblo se hallaban dispersas en una extensa zona. El pueblo esta ubicado en un lugar húmedo; el clima es frío, por lo que aquí crecen solo maíz y frijoles. Las mujeres son hábiles tejedoras. Hacen paño y huipiles de algodón y seda bordados con hilos de oro. En otros tiempos los habitantes de Tlaxiaco eran conocidos por su gran valentía y sabían muy bien como defender a su pueblo, protegido por las montañas y caudalosos arroyos de sierra. Hoy día se distinguen por su habilidad en las artes mecánicas y por su cortesía”. ( 14 )

Para terminar, la laboriosa obra de evangelización en Tlaxiaco, corresponde a la benemérita orden de los dominicos, en la que destacan: FRAY DIEGO DE RÍO, FRAY PEDRO DE ARANDA Y FRAY GONZALO LUCERO, cuyos cuerpos yacen en el templo de esta ciudad. Es posible que esta obra se haya iniciado en 1529.

Presento a continuación, un pequeño análisis de estos ilustres frailes dominicos:

FRAY DIEGO DEL RÍO

Supo compenetrarse perfectamente con los indios mixtecos a quienes, corrigió y encauzó por la vida cristiana. Después escribió muchos sermones, tratados espirituales y un diccionario tan extenso y valioso como el de Calepino. Murió en San Juan Mixtepec siendo prior de Tlaxiaco.
FRAY PEDRO DE ARANDA

Fue uno de los más aventajados ministros de esta provincia, conocía perfectamente la lengua mixteca, incluso los vocablos mas reservados que usaban los indios; fue muy estimado de sus feligreses y súbditos, pero el religioso más célebre fue sin duda, FRAY GONZALO LUCERO.

FRAY GONZALO LUCERO

Nació en San Juan del Cuervo, en Andalucía, España, de padres labradores. Desde su infancia descubrió mucha mesadumbre y una gran apacibilidad de carácter que lo hacían amable a todos. Aprendió las primeras letras bajo la vigilancia de un anciano ayo que le inspiró sentimientos eminentemente religiosos. En Sevilla aprendió gramática y retórica, con tanto aprovechamiento, como esmero ponía en cultivar las virtudes morales. Del templo de los dominicos, al que todos las tardes acudía para orar mientras se cantaba el salve, pasó al convento en el que recibió el hábito y profesión, estudiando a continuación filosofía y teología. Notables fueron los ejemplos de obediencia, templanza, exactitud y severidad religiosas y sobre todo de mansedumbre y modestia que dio a sus hermanos de religión.

Contaba Lucero algunos años de profeso, cuando se presentó el superior FRAY TOMÁS ORTIZ, poniendo a su vista las amplias facultades pontífices y reales que había obtenido para llevar a su compañía a los religiosos, que voluntariamente quisieran alistarse en las milicias apostólicas de América. Algunos les dieron sus nombres, preparándose valerosamente para aquel viaje lejano en que acaso les esperaba la muerte. Se cuenta que FRAY TOMÁS, al pasar la vista por el rostro de LUCERO “exclamó”: ¡Este es, el que el señor ha escogido! Se hicieron a la vela nueve compañeros, incorporándose otros al pasar por lo Isla Española, entre los que se encontraba el célebre BETANZOS, complementándose con ellos doce que llegaron a México por junio de 1526. Por muerte de cuatro de estos religiosos y separación de cinco, que determinaron regresar a España con FRAY TOMÁS; quedaron en la capital de NUEVA ESPAÑA solamente tres religiosos dominicos: FRAY BETANZOS, superior, FRAY LUCERO, maestro de novicios y BERNARDINO DE MINAYA, que muy pronto comenzó a recibir las órdenes sagradas, pues aún era novicio bajo la dirección de LUCERO.

Para comprender el género de vida que acostumbró al cumplir la misión que le confiaron sus superiores en orden a las mixtecas, es preciso arrojar una mirada a los innumerables pueblos que convirtió al cristianismo.

La Mixteca estaba entonces muy poblada por miles de idólatras muy apegados a su errores y a sus antiguos vicios. FRAY GONZALO LUCERO, sin armas ni poder, persuade a casi todas las mixtecas que rompan sus tradiciones, despedacen sus ídolos, abandonen sus costumbres libres y adopten la severa ley cristiana. El hecho es incontestable: los mixtecos fueron atraídos dulcemente a la fe por la palabra de un humilde religioso.

FRAY GONZALO LUCERO, carecía de necesidades personales: sin calzado, marchaba entre las cienegas o sobre los riscos; vestía el hábito hecho girones por el uso; su lecho era la superficie de la tierra y su almohada el primer madero o la piedra que alcanzaba la mano. Tal desprendimiento y olvido de sí mismo estaba acompañado de tal solicitud por el bien espiritual y temporal de los indios, que no podían menos éstos de quedar admirados. A todas partes acudía, visitaba y curaba a los enfermos, bautizaba a los niños; a unos enseñaba los rudimentos de los dogmas; rebatía los errores de otros con mansas razones, y a todos persuadía, de la manera más dulce e insinuante, que adorasen a Jesucristo. Todo esto hacía sin faltar a sus mortificaciones ordinarias y sus fervorosas oraciones, tan frecuentes, que por ello mereció el honroso nombre de “AMIGO DE DIOS”. Su residencia habitual fue Tlaxiaco, en donde también fue sepultado. Su muerte fue sentida y llorada, y el ser supremo dio una muestra de que sus obras le fueran aceptadas: dos años después de sepultado se encontró su cadáver integro y fresco. Se le depositó en esta ocasión en el más digno lugar, al cuerno derecho del altar de la capilla, cubriéndose su sepulcro con una loza que decía:

HIC JACET
FR. GUNDIZAL LUCERO
OMNIUM VIRTUTUM
RELIGIONISQUE SPLENDORE
EGREGIE PRAEDITUS (15 )

AQUÍ YACE
FRAY GONZALO LUCERO,
EJEMPLAR DE TODAS LAS VIRTUDES
Y ESPLENDOR DE LA RELIGIÓN

Lamentablemente esta epístola ya no existe, ahora hay una lápida de ónix con esta sencilla descripción “AQUÍ YACEN LOS RESTOS DE FRAY LUCERO”.

El conocimiento de muchas actividades productivas y el aprendizaje de numerosos oficios se lo deben los indios a estos frailes; también les enseñaron a cultivar el trigo y la industria de la seda con tanto éxito que pudo competir en calidad con la mejor de España; trajeron también semillas para sembrar árboles frutales y flores.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Magnífica publicación. ¿Donde consulto las partes de la III a la VI y la bibliografía. Hay un libro publicado?