CARLOS ROGELIO PEREZ MURCIO



Soy tlaxiaqueño, por la sencilla razón de que Tlaxiaco es el viejo solar de mis ancestros y de que allí, en un exquisito olor a pan, comencé a tener uso de razón e hice los primeros estudios aunque no muy brillantes por cierto; sobre esa tierra santa derramaron mis ojos, sus primeras lágrimas y también palpitó mi corazón al impulso de mis primeros amores; allí dije mis primeras mentiras, contraje las primeras enfermedades; en Tlaxiaco aprendí a cantar y a tocar la guitarra con mis hermanos; en las aguas cantarinas de sus arroyos bebí la inspiración; mi espíritu allí, se templó con el ejemplo de sus hombres y mi cuerpo se nutrió con la savia de su tierra fecunda y prodigiosa.

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